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¿En qué consiste el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11?

Lograr ciudades más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles forma parte del gran reto que se encuentra tras el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11

El mundo está cambiando muy rápido y nosotros, los ciudadanos, estamos cambiando con él. Vivimos en un planeta cada vez más urbanizado, donde las ciudades se están convirtiendo en los centros neurálgicos del crecimiento económico y demográfico; concentrando además el poder de decisión de las naciones. Hoy por hoy, más de la mitad de la población mundial -3.500 millones de personas- vive en las ciudades y el 60% del PIB a nivel global se localiza en estas, representando el 75% de las emisiones de carbono del planeta y más del 60% del uso de los recursos. Si comparamos estas cifras con las de principios del siglo XX, donde solamente el 13% de la población residía en ciudades, y tenemos en cuenta las previsiones para el año 2030, cuando serán 5.000 millones de personas las que residirán en urbes, vemos por qué es crucial que estas sean más inclusivas, más seguras, más resilientes y, fundamentalmente, más sostenibles desde el punto de vista ambiental, es aquí donde entra el Objetivo de Desarrollo Sostenible 11.

Este ODS 11 está centrado en esa importancia que tienen y tendrán las ciudades en el desarrollo de la sociedad. Y es que el rápido crecimiento de estas pone en jaque a nuestras sociedades, especialmente en aquellos países en desarrollo, que significarán el 95% de la expansión de los terrenos urbanos en las próximas décadas. Y es que, actualmente, 883 millones de personas viven en barrios marginales, principalmente en Asia oriental y sudoriental.

Pensemos en urbes masivas, con infraestructuras precarias, servicios inadecuados, una mala gestión de los residuos y del saneamiento, una presión insostenible sobre los recursos hídricos… Poblaciones con una pésima calidad de vida – el 90% de los habitantes de ciudades del mundo respiraba aire que no cumplía las normas de seguridad establecidas por la Organización Mundial de la Salud, provocando un total de 4,2 millones de muertos debido a la contaminación atmosférica -. Ciudades donde el viejo sueño de una casa unifamiliar, con jardín privado y piscina, ha pasado a mejor vida para ser sustituido por un más eficiente o lucrativo concepto de urbe vertical (las ciudades ocupan tan solo el 3% de la tierra). Ciudades más densas, con menos extensión en terreno y mirando más hacia el cielo para liberar espacio. Condiciones que podrían provocan un impacto negativo para la vida humana y para el medio ambiente y que hacen que, para que esto no ocurra, el futuro de miles de millones de personas necesite de una estrategia para una mejor calidad de vida.

Es aquí cuando tenemos que mirar hacia la Agenda 2030 y hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que plantean una hoja de ruta para que esas urbes miren por la comunidad, tratando de hacer de ellas espacios más amables y donde los servicios y recursos que necesitemos sean accesibles y sostenibles, fomentando lo local y la economía de compartir. Un modelo más saludable y sostenible.

¿Cuáles son las metas del Objetivo de Desarrollo Sostenible 11?

11.1 De aquí a 2030, asegurar el acceso de todas las personas a viviendas y servicios básicos adecuados, seguros y asequibles y mejorar los barrios marginales

11.2 De aquí a 2030, proporcionar acceso a sistemas de transporte seguros, asequibles, accesibles y sostenibles para todos y mejorar la seguridad vial, en particular mediante la ampliación del transporte público, prestando especial atención a las necesidades de las personas en situación de vulnerabilidad, las mujeres, los niños, las personas con discapacidad y las personas de edad

11.3 De aquí a 2030, aumentar la urbanización inclusiva y sostenible y la capacidad para la planificación y la gestión participativas, integradas y sostenibles de los asentamientos humanos en todos los países

11.4 Redoblar los esfuerzos para proteger y salvaguardar el patrimonio cultural y natural del mundo

11.5 De aquí a 2030, reducir significativamente el número de muertes causadas por los desastres, incluidos los relacionados con el agua, y de personas afectadas por ellos, y reducir considerablemente las pérdidas económicas directas provocadas por los desastres en comparación con el producto interno bruto mundial, haciendo especial hincapié en la protección de los pobres y las personas en situaciones de vulnerabilidad

11.6 De aquí a 2030, reducir el impacto ambiental negativo per capita de las ciudades, incluso prestando especial atención a la calidad del aire y la gestión de los desechos municipales y de otro tipo

11.7 De aquí a 2030, proporcionar acceso universal a zonas verdes y espacios públicos seguros, inclusivos y accesibles, en particular para las mujeres y los niños, las personas de edad y las personas con discapacidad

11.a Apoyar los vínculos económicos, sociales y ambientales positivos entre las zonas urbanas, periurbanas y rurales fortaleciendo la planificación del desarrollo nacional y regional

11.b De aquí a 2020, aumentar considerablemente el número de ciudades y asentamientos humanos que adoptan e implementan políticas y planes integrados para promover la inclusión, el uso eficiente de los recursos, la mitigación del cambio climático y la adaptación a él y la resiliencia ante los desastres, y desarrollar y poner en práctica, en consonancia con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres 2015-2030, la gestión integral de los riesgos de desastre a todos los niveles

11.c Proporcionar apoyo a los países menos adelantados, incluso mediante asistencia financiera y técnica, para que puedan construir edificios sostenibles y resilientes utilizando materiales locales

 

 

¿Cómo de costoso es desarrollar el ODS 11?

Si bien ahora conocemos la hoja de ruta, es fundamental contemplar estas acciones desde el punto de vista de costo-beneficio. Llevar a cabo las acciones necesarias requiere de una inversión considerable, pero organismos como Naciones Unidas sostienen que sus beneficios son enormes en términos de actividad económica, calidad de vida, medio ambiente y éxito, a medio largo plazo, de una ciudad. Ejemplo de ello es la inversión en una red de transporte pública funcional, que se ha demostrado como uno de los puntos con mayor retorno a niveles socio-económicos.