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¿Qué es un edificio sostenible y en qué se diferencia de uno tradicional?

Un edificio sostenible va mucho más allá de la arquitectura disruptiva, acercándose más a un edificio práctico que cumple con una serie de certificados ambientales

Sostenibilidad, arquitectura y vanguardismo son conceptos que nuestra mente parece estar acostumbrada a asociar. El concepto del arte vanguardista ligado a la arquitectura sostenible es algo que ahonda sus raíces en el periodo de reconstrucción tras la Segunda Guerra Mundial, y que se disparó de la mano de la cultura occidental a partir de los años sesenta y setenta. Numerosos exponentes aparecieron a lo largo y ancho del mundo, sentando la base de lo que hoy podríamos llamar edificio sostenible.

Quién mas quién menos recuerda aquellas casas con formas extravagantes que parecían más sacadas de una película de ciencia ficción que de la realidad, y que ayudaban a los informativos a rellenar parte de su emisión. ¿Y quién puede no asociar sostenibilidad y arquitectura con las extravagantes casas árbol?, tan presentes en documentales sobre medio ambiente y en las que sus habitantes practican el ecologismo más purista, logrando cambiar nuestra percepción de la comunión ideal entre diseño y respeto a la naturaleza. Sin embargo, esa arquitectura disruptiva, práctica en muchos casos pero no aplicable a la realidad del ciudadano medio que vive bien en una zona urbana, se aleja bastante de lo que hoy podríamos considerar un edificio sostenible.

Y es que, por mucho que a todos nosotros nos gustaría vivir en esa nave espacial rumbo a la huella cero de carbono, o en un bosque autosuficiente, nuestra realidad es más mundana, y en ella un edificio sostenible se parece más a una torre de oficinas que a las casas cubo de Rotterdam. No hay más que echar un vistazo a aquellas condiciones que los organismos reguladores, tales como el Consejo de Construcción Verde de España, fundado en 1998, considera como sostenibles.

Entre ellas aparecen conceptos más de nuestro día a día como la calidad del aire, que con los indicadores de gases tóxicos ocupan gran parte de nuestra actualidad; la luminosidad de las cristaleras o el vidrio, así como su bajo emisivo (que permita la entrada de luz y la mínima posible de calor); o los espacios verdes, tan necesarios como pequeños pulmones de las urbes. Todo esto asienta las bases de un edificio sostenible y se erige como fundamental para lograr cumplir las metas de este tipo de arquitectura. Vayamos a descubrirlo.

8 claves para certificar un edificio sostenible

El Green Building Council, organismo regulador autorizado en Estados Unidos y que otorga la certificación Leed, estándar de sostenibilidad reconocible a nivel mundial, fija cuáles son los puntos clave para certificar un edificio sostenible

1. Sitios sostenibles. Proteger o restaurar el hábitat en el que se encuentre cada edificio, revitalizando y reaprovechando zonas abandonadas o en desuso, como antiguas áreas industriales o comerciales.

2. Calidad ambiental interior. Fomentar la ventilación que propicie el confort térmico y acústico, reduciendo el uso de calefacción y aire acondicionado; así como una correcta iluminación natural, evitando el uso desmedido de puntos de iluminación innecesarios.

3. Material y recursos. Utilizar materiales reciclados, renovables o que cuenten con una certificación o label verde.

4. Innovación en el diseño. Enfocar el diseño hacia una propuesta de edificación basada en nuevas propuestas para ahorrar recursos y favorecer el consumo sostenible.

5. Prioridad regional. Adecuar la edificación a las necesidades y a las problemáticas del entorno.

6. Ubicación y transporte. La ubicación del edificio, evitando edificar en entornos naturales, reduciendo la duración de los desplazamientos en coche y fomentando el transporte público y la actividad física.

7. Energía y atmósfera. Optimizar el consumo energético de los edificios, demostrando un porcentaje de ahorro energético y el uso de energía limpia y renovable.

8. Gestión responsable del agua. Priorizar la reutilización del agua, permitiendo una eficiencia en su uso, controlando el sistema de riego en zonas verdes y propiciando el consumo moderado.

El cumplimiento de estos aspectos hace que, a través de una suma de puntos, los edificios sean certificados con el sello Leed Certified (de 40 a 49 puntos), Leed Silver (de 50 a 59 puntos), Leed Gold(de 60 a 69 puntos) y Leed Platinum (más de 80 puntos).

¿Cómo podemos evitar el mal uso de la energía?

Gran parte de la importancia de un edificio sostenible reside en la capacidad para gestionar correctamente el consumo de energía eléctrica. Sin ir más lejos, debemos recordar que el 40% del consumo energético en las ciudades se produce en los edificios.

La clave de este consumo eficiente está en la optimización del consumo a través de una monitorización y análisis de consumos energéticos, así como la aplicación de las MAEs (Medidas de Ahorro Energético) pertinentes. ¿Quieres saber más? En este vídeo saldrás de dudas: